La evolución de las conductas cibercriminales va en la misma proporción de la evolución de la complejidad de los sistemas hiperconectados. Los ciberdelitos aparecen con mayor frecuencia, perpetrados por grupos cada vez más organizados, con una muy baja probabilidad de ser detectados y enjuiciados. El cibercrimen se mantiene como un modelo de negocio en crecimiento, con herramientas cada vez más fáciles de utilizar y asequibles prácticamente para cualquier persona.
Los principales ataques a hospitales tienen como objetivo el robo de identidad médica, robo y comercialización de información clasificada del personal y servicios de la organización, incluso, el robo y comercialización de información de pacientes, impactando tanto la práctica clínica como las operaciones administrativas de toda la organización. El costo promedio de un ciberataque en el sector salud equivale a 7.13 millones de dólares.
Por las madrugadas, los padres duermen y los adolescentes toman los controles. Esto lo saben bien los cárteles mexicanos, que al igual que las fuerzas de seguridad de otros países como Estados Unidos, Alemania o la Policía de Japón, buscan identificar a jóvenes interesados en las armas, la violencia y la adrenalina.
El presidente López Obrador asegura que su Gobierno no ha utilizado software espía como hizo su predecesor en el cargo y las autoridades atribuyen la compra de software a la persecución del crimen organizado. ¿Qué hay de cierto en estas acusaciones?
¿Cómo una institución educativa puede estar preparada para enfrentar las consecuencias e impactos al ser víctimas de ataques con malware, robo y extorsiones por exposición de información sensible, suplantación de identidad, robo de datos personales de alumnos o profesores, prevención de uso incorrecto de herramientas digitales para bullying o fraude?
Con la llegada del COVID-19 y el confinamiento, los hábitos de consumo informático han evolucionado en la mayor parte de los hogares. Y los ciberdelincuentes han aprovechado esta situación para realizar ciberataques pues algunos usuarios están poco familiarizados con el entorno digital o no trabajan desde entornos de red fiables ni equipos de forma segura.
Un estudio a más de 11 mil sitios web, ha demostrado que las organizaciones con malas o nulas prácticas de privacidad tienen un 80% más de probabilidades de sufrir una filtración de datos.